Dentro de un rato lo empiezo
El texto paralelo fue uno de los trabajos más estresantes que realicé en mi primer cuatrimestre en la UCA. A tres semanas de la entrega, aún no lo había empezado; a pesar de que lo habían indicado desde la primera semana y, además, estaba programado en el syllabus que nos había entregado la profesora en la primera sesión de clase. Creí que tendría tiempo de sobra para terminarlo. Me equivoqué.
En mi agenda, todas las semanas marcaba “trabajar en el texto paralelo”; no obstante, así pasó el tiempo y no hacía el espacio para escribir la primera palabra. Debía cumplir con los trabajos de mis otras clases, además de mis actividades extracurriculares, incluso debía dedicarle tiempo a mi familia y a mis amigos. Así que realmente estaba tan atareada como para pensar en ese ‘trabajito tan sencillo’, ¿verdad?
Pues, con esta tarea comprendí que no es recomendable procrastinar, es decir, no es tan buena idea posponer una obligación con la excusa de que me saldrá mejor después. Y es un comportamiento que en algún momento todos y todas hemos cometido.
Realmente no quería empezar la redacción de mi texto paralelo. Antes no había realizado ningún trabajo similar. Según la revista Muy interesante (2013) “lo que hay detrás de la procrastinación es un exceso de perfeccionismo”. Tal vez. Cuando la profesora lo asignó tuve tantas ideas de cómo podría decorarlo. Pensé en hojas de colores, marcadores, calcomanías, lápices, estampas, en fin, mil maravillas que podría llevar mi trabajo. Así que cuando terminé la lectura y quise empezarlo, inventé muchas excusas para nunca hacerlo, además, faltaba demasiado tiempo para la entrega, por tanto, en algún momento podría hacerlo. De esta manera empecé la cuenta regresiva hasta la fecha límite que había determinado la profesora.
Igualmente, quería evitarme el estrés de realizar el trabajo. Creí que entre más tiempo le dedicara a otras actividades, podría olvidarme de ese detalle. Pero, al final, se acumularon todos los trabajos. No hice nada de lo que había pensado para mi texto paralelo.
En cuanto lo asignaron, me dije que no lo haría impreso en un intento de ser original, pero lo terminé imprimiendo; quise revisarlo varias veces antes de entregarlo, pero no puedo revisar nada cuando solo faltan 20 minutos para su entrega.
Si bien saqué una buena nota, no me sentí satisfecha con lo que había hecho, pues sabía que podía haber hecho algo mejor. Para la próxima le dedicaría más amor a mis trabajos y los terminaría antes para poder revisarlos -aún lucho con ello-.
No existe una fórmula para dejar de procrastinar, pero podemos luchar con ella. Lo ideal sería armarnos de voluntad y empezar lo que tengamos que empezar. Es difícil. Al menos al procrastinar no alcancé el potencial de mi trabajo y no obtuve el resultado que quería.