Planificar para no sufrir
La primera vez que escribí un ensayo en la universidad, casi morí de un colapso nervioso. ¡Tantas ideas, tanto material, tantos textos! Primero, no podía decidirme sobre el tema que quería abordar. Luego, cuando finalmente opté por uno, no sabía qué aspectos tratar. Anoté en una hoja todo lo que pensé que podría servir en mi texto, y al momento de escribir, lo incluí todo.
La semana siguiente, el profesor regresó los trabajos. ¡Gracias a Dios solo era una revisión preliminar! Me angustié al ver signos de interrogación al margen e ideas completas tachadas en rojo. Cuando la clase terminó, me acerqué al profe y le pregunté qué era lo que estaba mal con mi ensayo. El problema: él no entendió cuál era mi tema, pues mis ideas competían entre sí, por lo tanto, mi texto no tenía unidad.
¿Cuáles fueron mis errores? En primer lugar, no había delimitado mi tema. En segundo lugar, creí que con la lluvia de ideas hecha antes de redactar bastaba. Sin embargo, después de consultarle a mi profesora de Español General, me di cuenta de que ese era solo uno de los pasos de la planificación de mi texto.
Y para evitar una situación similar a la que viví en mi primer cuatrimestre en la UCA, aprendí que después de la lluvia de ideas debo organizarlas y seleccionar solo las que son esenciales para mi texto.
Sandro Cohen (2011), en su Guía esencial para aprender a redactar, advierte que para facilitar la redacción de un texto se requiere de un proceso de planificación consciente, el cual involucra tres tareas:
Hacer una lluvia de ideas
Escribir, ya sea en una hoja de papel o en la computadora, todo lo que se nos ocurra sobre el tema que nos interesa. No importa si las oraciones o las palabras que anotamos parecen sin sentido.
Organizar esas ideas, determinar cuáles son las principales y cuáles son las secundarias
De las ideas que anotamos, es necesario decidir cuáles funcionan como ideas principales y cuáles sirven de apoyo.
Elaborar un esquema de trabajo
En el esquema ordenamos las ideas según la jerarquía determinada en la segunda tarea. Es importante incluir lo que se abordará en la introducción, en el desarrollo y en la conclusión. Así como los ejemplos y el material de apoyo que se usarán en la versión final del texto.
Ahora bien, es pertinente que cumplamos con el proceso de planificación, pues facilita el trabajo de redacción del texto. Al planificar, ordenamos nuestros pensamientos; además, se nota la diferencia entre un texto con unidad, cohesión y coherencia, y otro en el cual las ideas se suceden sin lógica.
La etapa de organización de los pensamientos es fundamental, porque si no tenemos la absoluta seguridad de qué deseamos expresar ni cómo, si nuestras ideas aún se encuentran en un estado nebuloso, ¿qué van a entender nuestros lectores? Cualquier escrito que produzcamos tendrá muy poca efectividad. (Cohen, 2011, p. 22).
No te preocupés, planificar no te hace perder el tiempo; es más, si tenés una guía sobre lo que vas a escribir, te será más fácil reproducir tus ideas en el papel -y, probablemente, terminarás más rápido el proceso de redacción-.
Referencias
Cohen, S. (2011). Guía esencial para aprender a redactar. México: Planeta